Se le ha llamado el Rey de la Selva, aunque sería más correcto hablar del Rey de la Sabana. Actualmente quedan apenas unos 25.000 leones en África, cuando a primeros del siglo pasado, les podrías encontrar desde el Cabo de Buena Esperanza hasta el Atlas marroquí. Nuestra ambición e ignorancia los ha llevado, como a tantas otras especies, al borde mismo la extinción.
Aunque el león africano (Panthera leo) ya no se encuentra en muchas de las regiones donde imperó hasta hace apenas un siglo, su silueta vigorosa se sigue recortando en los en atardeceres del continente negro. Su rugido nos sigue inquietando como debió de inquietar a nuestros antepasados desde la noche de los tiempos. Con esta publicación quiero poner en valor este magnífico animal, y mostrar lo importante que es aprender de nuestros errores, para que no dejemos de escuchar para siempre, la voz de la noche africana.
La importancia de los leones
No fue hasta finales de los años 50 cuando los biólogos empezaron a abandonar el laboratorio para estudiar a los animales en la naturaleza, y entonces surgió un nuevo mundo de complejidad. Como ejemplo, el naturalista germano-estadounidense George Schaller recorrió desde junio de 1966 149.000 km en busca de sus sujetos de estudio, en un área de aproximadamente 650 kilómetros cuadrados alrededor de la zona de Seronera (Parque Nacional del Serengeti). Pasó 2.900 horas observando a los leones.
Al mismo tiempo que Schaller, la investigadora húngara Judit Rudnai los estudiaba en el Parque Nacional de Nairobi. En su caso, su propósito era dar a las autoridades datos sobre el efecto que tenía la depredación de los leones en las poblaciones de presas.
El entonces director de Tanapa (Parques Nacionales de Tanzania) le había pedido el mismo estudio a Schaller. Antes de la investigación, la gente suponía que la respuesta era demasiado obvia: los depredadores eran perjudiciales para las poblaciones de presas. Sin embargo, gracias a los estudios, con el tiempo se demostró lo equivocadas y destructivas que habían sido estas afirmaciones.
Los leones son de vital importancia para mantener el equilibrio en la naturaleza. Sin ellos, las poblaciones de herbívoros crecerían de forma descontrolada. A su vez, estos se comerían todos los pastos, lo que provocaría hambruna en las generaciones venideras de animales. Al mismo tiempo proliferarían las enfermedades al no ejercer los depredadores un control sobre los individuos viejos y enfermos.
Descubrimientos en la anatomía de los leones
Gracias a las investigaciones de Schaller y Rudnai se hicieron importantes descubrimientos sobre la anatomía de los leones. Por ejemplo, ¿sabías que las filas de bigotes a ambos lados de la cara de los leones se llaman vibrisas? Cada grupo de bigotes nace de un folículo oscuro. Cada león tiene una disposición de los folículos de los bigotes distinta, y sigue siendo la misma durante toda su vida. La investigadora Judit Rudnai hizo este descubrimiento estudiando los leones en el Parque Nacional de Nairobi, ya que no podía ponerles collares de seguimiento.
Los ojos de todos los felinos están extraordinariamente adaptados para la visión nocturna. Son seis veces más sensibles a la luz que los humanos. Los felinos tienen pupilas más grandes y cristalinos en proporción con su retina (capa de células foto sensibles en la parte posterior del ojo) así como una mayor proporción de bastoncillos (las células aún más fotosensibles de la retina). Nosotros tenemos menos bastoncillos y más conos (las células que permiten mejor visión bajo la luz brillante).
Además, los felinos también tienen una capa adicional de células atrás de la retina llamada tapetum lucidun. Ésta refleja cualquier luz de vuelta a través de la retina, lo que le da una segunda oportunidad de detectarla y transmitir la información al cerebro. Por todas estas razones los leones están mejor adaptados para la visión nocturna.